La frontera es un elemento que
agrava las condiciones de los territorios afectados más allá de la ya precaria
situación general del conjunto de cada uno de esos países. Periféricos entre
los periféricos y pobres entre los pobres, los territorios de frontera suman
factores negativos particulares a los generales de su área. Las zonas de
frontera suelen ser zonas periféricas, rurales, alejadas de los centros de
decisión y de las zonas socialmente más activas y emprendedoras. Los impulsos
estatales llegan debilitados y suele existir (o no es difícil crear) un
sentimiento de tierra irredenta. La imagen de las capitales como sumideros de
la energía humana de las zonas rurales periféricas se acentúa en éstas
fronterizas por la falta de perspectiva de una apertura espacial hacia el otro
lado. La idea de “fondo de saco” suele estar presente en este tipo de análisis.
Además, las
naciones parecen funcionar como placas tectónicas rígidas que se rozan con las
vecinas en las zonas de frontera. La frontera es la zona caliente, la zona de
fricción de dos realidades nacionales. Son, en muchas partes del mundo, un
espacio dejado a los policías y militares. La perspectiva de la seguridad
parece imponerse a la del desarrollo.
Tiene que
haber cooperación para el desarrollo, porque hay pobreza, y tiene que haber
cooperación para la seguridad, pues de ese tipo son muchas de las amenazas,
pero no hasta el punto de sacrificar el derecho al desarrollo de esas zonas a
su mero papel de zona de seguridad. Tiene todo el sentido que haya cooperación
europea en materia de seguridad, pero no puede dejar de haberla precisamente en
ámbitos materiales en los cuales los europeos nos presentamos como un ejemplo
para el resto del mundo. Si apoyamos los sistemas de integración, como
proclamamos, no podemos dejar de apoyar aquellas políticas más vinculadas a la
propia idea de integración, aunque no podamos dejar de ayudar también en otras
que están más cercanas a las ideas de soberanía sin restricciones y derivadas
de graves problemas de seguridad fronteriza, como el terrorismo, el narcotráfico
o la inmigración ilegal.
(Cont.)
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