jueves, 17 de enero de 2013

Adalid-Todorov. De nuevo sobre las raíces cristianas de Europa. (y IV)


E incluso estamos dispuestos a acoger en ese ámbito racional a quienes siempre despreciaron la razón, a quienes denostaron la revolución de la que procede el mundo moderno, a quienes estén dispuestos a renunciar a ser los portadores de la única verdad y la única religión verdadera. Y todo en nombre precisamente de esas ideas que ahora se ridiculizan como sofísticas o de Perogrullo. Pero lo que excede toda paciencia es que vengan a darnos lecciones de cómo se ha construido Europa, producto racional donde los haya, sistemas de pensamiento que han defendido secularmente que el poder viene de dios, que el mundo es un valle de lágrimas en el que es inútil buscar la felicidad, que la verdad sólo puede conocerse por la fe y no por la ciencia y que la moral es un código inmutable revelado por dios fuera el cual no hay sociedad armoniosa. Sólo les ha faltado decir que los fundadores de las Comunidades eran democratacristianos. Y es cierto, pero también hicieron el Fiat Seiscientos, sin que debamos declarar que tal coche tiene raíces cristianas.




Adalid debería releerse a sí mismo allí donde dice: “Yo creo que si algo explica la sociedad occidental y el aparato de sus instituciones es precisamente que nada procede de una revolución distante y nada puede ser simplemente fruto de su patrón. Las revoluciones son un hecho coyuntural en un fenómeno más amplio: la evolución de las sociedades”. Hasta ahí, de acuerdo. Pero hay más: “Tampoco se debe olvidar que existe una tendencia habitual, presente en todos los individuos y en todos los colectivos humanos, a tratar de interpretar al otro a partir de la forma propia de insertarse en el mundo y de percibir dicha inserción”. También de acuerdo. Ahora lo que hace falta es aplicárselo, pues lo de las revoluciones vale lo mismo para la francesa que para la que representó Jesús, no puede ser que la Declaración de Derechos Humanos sea prescindible para aprehender qué sea Europa y sin embargo sea ineludible explorar la huella del mensaje evangélico para ese mismo fin. Y en relación con los apriorismos de cada uno, pues eso vale lo mismo para los laicistas que para los católicos, lo mismo para Adalid que para Todorov. O que para mí. Por eso, por eso mismo, lo que procede es hacer la prueba del algodón de la discusión racional. Y en eso estamos.
 
Una versión reducida de este texto se publicó en 2008. Las fotos están tomadas en el museo de la Santa Sede de la Iglesia Apostólica Armenia en Echmiadzin.

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