viernes, 4 de enero de 2013

Párrafos de una carta del lector al escritor (A propósito de "Unas vacaciones baratas en la miseria de los demás", de Julián Rodríguez)


    ........La cosa es bien sencilla, aunque para mí un tanto embarazosa; la falta de costumbre, supongo. He leído estos días pasados “Unas vacaciones…” y sólo quería decirte que me ha parecido un libro espléndido, de una madurez ya demasiado obvia para que se te pueda seguir tratando ominosamente de “joven promesa”, ya sabes. “Mujeres..” es un libro que no acabé de entender y “Lo improbable” se me atascó dos veces, no sabría decirte por qué. No he leído “La sombra..”. Ahora supongo que tendré que volver a todos ellos con otra mirada. Yo creo, ni siquiera podría invocar aquí más autoridad que la de un mediano lector, que en esta obra hay una voz propia muy obvia, muy patente, y una madurez creativa fuera de toda duda. Ya sólo el hecho de que Bértolo haya apostado es una garantía, desde luego; pero para mí, que estoy muy alejado de las cuitas de tu mundillo, lo que cuenta es tumbarse a leer y tener que cambiar de postura porque lo que lees requiere una especial disposición, incluso topológica. Incorporarse, sentarse, ponerse de pié, como cuando el explorador indio deja su sueño y su manta y, mientras los blancos duermen, otea la llanura y pega el oído a la tierra fresca. Porque siente también “la inminencia de una revelación”, o lo que tu padre o el mío hubiera llamado “un barrunto” con encomiable ahorro expresivo.

Uno sabe cuando un texto lo agarra y lo lleva, lo zarandea y lo deja reposar. Esa es una experiencia difícilmente transferible, pero creo que sólo pasa cuando al texto no se le ven las costuras, cuando no aparecen inconscientemente distracciones, digamos, de crítico, cuando el vendaval, que puede ser tranquilo también, no te deja margen para el análisis frío, para la comparación, para el descubrimiento de los resortes de eso que se llama “el oficio”. Cuando hay oficio de verdad es cuando éste no se deja ver por ninguna grieta. Bueno, pues me ha pasado con “Unas vacaciones….”, y me parecía justo sumarme a las muchas personas que te habrán dicho lo mismo en privado, que no todo va a ser la crítica escrita de los colegas o la (des)aparición de las antologías de lo mejor del año tan tópicas en estas fechas.


         Toda la parte ensayística, la de la fotografía, me ha servido de descanso, de meseta para recuperar fuerzas. Como esos sorbetes de apio que te ponen entre plato y plato en los restaurantes finos/cursis. Por sí sola hubiera sido interesante, sólo interesante si quieres, pero la vida latía desde luego allí donde tú la habías vivido, que no era con Gottwald o Burgin. La vida que sí me ha llegado ha sido la compartida o conocida y transmitida de Lucía y su constelación (las lucías, en realidad), el Rojo y su hija, tu primo, Acácia, tus padres, Joaquina, Javier y Telmo, etc. Lo que algunos deben considerar una tenue materia literaria, eso que critican como la actual exasperación de la anécdota personal, la nimiedad íntima elevada a categoría literaria universal. Bueno, pues depende, de quién y cómo te la cuente, ¿no?. Nunca imaginamos que morder una magdalena pudiera dar para tanto, ¿verdad?. Tampoco El Jarama era la vida de Marie Curie, ni nadie nos asegura que el devenir apriorísticamente apasionante de Robespierre contenga más literatura (más materia literaria) que la le quiera o le pueda meter su biógrafo o glosador. No más que la tuya o la mía, en realidad, con la diferencia de que tú sabes y quieres contar la tuya y yo tengo un pacto de silencio con quienes podrían hacerla interesante, que tampoco es mala excusa para disimular una cierta inidoneidad narrativa. Cualquier vida es más interesante, compleja y reveladora que la mejor de las narraciones de esa vida; por tanto, cualquier vida (la de los novelistas incluida) debería dar para muchas novelas.
........................
 
Bueno, ya he sido demasiado transparente (para no ser escritor, me refiero). Y premioso, lo siento. A lo mejor te cuento más adelante como se desarrolla tu texto en mi cabeza, por dónde crecen las metástasis y por qué caminos se animan las derivadas.
 
......................
 
          No te preocupes. Si algún día me decido a escribir (a escribir otras cosas, en realidad llevo veinte años escribiendo) intentaré hurtarme a una de las peores trampas de la vida literaria. La trampa de la segunda novela. Yo pasaré directamente de la primera a la tercera, para ahorrarle un festín a los críticos. En la solapa dirá que el público aguarda ansioso una segunda novela que se hace esperar, dado que ya son más de media docena los títulos publicados. A ti este consejo ya te ha llegado tarde. Pero tómalo como si todavía te sirviera, nunca escribas una segunda novela, pasa directamente a la tercera. Que se queden con las ganas de escribir todo eso de la decepción y sinónimos.
          En fin, Julián, perdona el rollo, pero es que los políticos en vacaciones somos especialmente peligrosos. Por eso tenemos tan pocas, supongo. Las otras vacaciones, las tuyas, me han deparado unas horas especialmente gratas. Y lo que te rondaré morena si sigo escarbando en los intersticios de tu texto. Espero que no te importe. Si en algún momento noto que toco algún nervio sensible, te llamo o te escribo.
 
      Enero de 2005.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario